4.22.2012

Tarde pero seguro

Una vez dejó pasar ese tren de carga que parecía llevar su felicidad, pero no se dio cuenta sólo hasta el momento en que se encontró sola en la estación. Decidió ir a recorrer la ciudad, buscar alguna forma de hacer pasar el tiempo; sosegar todo ese malestar que la invadía. En su paseo se cruzó con ilusiones, secretos, mentiras, amores, engaños, tristezas, dolores, sonrisas, alegrías y sobre todo, desconcierto.
Hubo un día que decidió volver a la estación de aquel viejo tren que una vez dejó ir. Puso todos sus miedos en una valija, se llenó de coraje, respiró profundo y volvió a subir los escalones de ese andén que un tiempo atrás la había hallado en plena soledad. Volvió a encontrarse sola y una cantidad de sensaciones invadieron su cuerpo. Derrepente, la chicharra de la barrera empezó a sonar indicando la llegada de una nueva formación. Sus ojos se iluminaron a la vez que se incorporó para correr al encuentro de la puerta del vagón. Esta vez se trataba de un tren de pasajeros, por lo que incluía varias otras vidas entrelazadas consigo. Pero la locomotora llevaba un paso acelerado y parecía no tener intenciones de parar. La formación no disminuyó su velocidad hasta estar casi fuera de los límites que el andén sabía dibujar. Otra vez se veía sola como aquella vez. Se inquietó. De pronto notó algo extraño: el tren estaba ligeramente frenando pero jamás paraba la marcha; se le escapaba pero como si no quisiera hacerlo. Recogió fuerzas de todos esos trozos de alma que alguna vez tiró contra el suelo, olvidó su pesada valija de miedos y comenzó a correr. No sé si habrá logrado trepar a la puerta y entrar, pero su pasos eran largos y seguros; ahí se encontraba su felicidad y no podía volver a dejarla pasar.


Agus Terrizzano.
Abril 2012

"Mira por la ventanilla, verás mi rostro alejándose. 
Hay quien dice que el camino te enseña cosas; yo no lo sé."

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