9.09.2014

Enfocar

Sus ojos me sonreían achinados. O quizá los estaba viendo muy de cerca. Tenía que cerrar un ojo para poder verlo en foco.  En mi campo visual no entraba ni su nariz, pero sí sus labios. Los conocía de memoria y podía adivinar qué curva estaban formando. Me miraba. No dejaba de hacerlo. Sentí que me leía la mente, y sin embargo eso ya no me asustaba. Con él no había nada que ocultar.


Agus Terrizzano
Septiembre 2014

Decidís que caminás feliz

No hay comentarios: