Llueve. Alivio para el que cosecha, tormento de quien se encuentra entre cuatro paredes y una enorme cantidad de cosas en las que pensar. Grandeza de encontrase a uno mismo y terror de descubrir lo que realmente anhelas; sol y tormenta, calor y frío, dualidades de la vida. Deseo tus manos manta para cubrirme bajo este temporal, pero te sueño tan lejos que tus piernas no me llegan a enredar. Me hundo - cual ancla en alta mar - en esta gris pesadez que no deja de cavar en mi alma en busca de alguna verdad.
Mi orgullo es grande y el llanto es algo que no frecuenta mi existencia, pero nada está cerca de la rutina esta vez y siento las lágrimas empezar a brotar de lo más profundo de mis párpados - esos que sólo se mantienen abiertos por si se te ocurre aparecer - para recorrer mi cara y llegar a mis labios. Llanto. Recuerdo salado y memoria inoportuna del calor de alguna tarde frente al mar. Cesa el ruido, la chapa calma su queja y las gotas dejan de caer; me encuentran al descubrir de algún pedazo de mí que todavía está en vos ( y que no creo vuelva a pertenecerme jamás).
Agus Terrizzano.
Bariloche - Febrero 2012.
"Llora la lluvia,
se moja el recuerdo
y la brisa se llena de ti."
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