
Hace algunos años, él me comentó la idea de que yo me cambie de habitación para poder armar ahí un escritorio: quería tener sus telescopios y libros a mano; un lugar para leer y estar. No llegamos a concretarlo. Ojalá lo hubiesemos hecho. Imagino lo que hubiese disfrutado del sol cuando atardece calentando la ventana. De un momento a otro, llegó el momento de vaciar el espacio y remodelar. Se me caen las lágrimas viendo el lugar sin nada. Me pongo nostálgica no sé muy bien por qué. Será que los 17 de cada mes siempre van a ser así. Sé que hubiese estado muy contento de verme en pleno cambio, dándole valor a mi espacio. Mi lugar. Mi rincón de la casa.
Ese que un día él pintó para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario