3.10.2011

Bariloche, y un lugar para replantear.

Salimos a mirar las estrellas, hobbie veraniego por excelencia. Cuando alcé la vista no podía creerlo, la cantidad de puntos de fuego que nos envolvían como un manto sin fin. Y me sentí chiquita, ínfima, casi casi inexistente ante esa inmensa galaxia que nos esperaba allá afuera. Y de pronto comprendí, nos vi como animales. Nos ví con los ojos con los que nosotros solemos observar un chancho o cualquier otro bicho que se nos cruce. Cuatro individuos, haciendo algo así como un rito a la noche, llevando acabo alguna extraña costumbre para el resto de las especies sobre la tierra pero tan normal en nuestra cotianidad. Imaginé lo que puede pensar algún bicharraco entre los arbustos al vernos embobados frente a un telescopio. "Y este tubo, ¿qué es?" "¿Qué hacen poniendo el ojo contra eso?" Y al final nos creemos poderosos por la razón, cuando si quiera sabemos usarla. Aceptemosló, frente a la madre naturaleza no somos nadie. No somos más que muñequitos que juegan a vivir en sus tierras y se van. Igual que los perros, los delfines... y todos los demás.


"Es como una pelota de fútbol de estrellas". Explicaciones de mi viejo sobre una nebulosa...


Agustina

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