Porque derrepente, en un instante, se tambalea todo en tu mente y te encontrás sonriéndote. De la nada te invaden esas ganas enormes de darle un abrazo a alguien y demostrarle lo mucho que lo querés, antes que el tiempo se te vaya y sea demasiado tarde...
... y encontrás la razón de tus esfuerzos, esos que cada tanto cansan y pierden sentido. Ella que, aunque tropieza, algo te asegura: nunca, pero nunca te va a dejar caer.
Sos lo mejor vieja.
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