Y para terminar el 2011 como corresponde, no queda más que agradecer a aquellos que me acompañaron en su transcurso, así que ahí vamos. Primero que nada, gracias a esos cuantos locos de la vida que tuve la SUERTE de cruzarme en los pasillos de Puán. ¿Qué habría sido de mi año sin ustedes? Son la mayor parte de la razón por la cuál estoy tan feliz con lo que elegí y de este giro que mi vida pegó este año; muchas muchas gracias y ojalá esto sea el comienzo de largos años juntos. Después, a esas personas que este año estuvieron más cerca que antes, que me dejaron conocerlas y compartir vida con ellos. Y por último, a los de siempre... a los que jamás dejaron de sostenerme la mano por distancia que la rutina nos impusiese o por fuerte que fuesen los vientos. GRACIAS porque este año aprendí algo: no importa lo que pase, siempre van a estar ahí para mí. Y cada vez que vuelvo a ver sus sonrisas, así sea después de meses, vuelvo a ser completamente feliz. Siempre les dije que eran el pilar de mi vida y hay sensaciones que no cambian; esa es una.
En fin, feliz 2012! Espero, no sólo que lo reciban con el pie derecho, sino que sea así todos los días que quedarán de él después de mañana. Acuérdense, mientras se quiera se puede. Mientras se sonría se avanza, porque todo - absolutamente todo - es mucho mejor con una sonrisa en la cara. Encaren la vida de la mejor forma, tengan un buen año y no se olviden: yo estoy acá. Siempre.
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