10.24.2012

Abrazo vía web

En tan sólo un instante, una pantalla disminuye la distancia que aquel imponente océano nos deja hoy. Veo tu sonrisa debajo de algunos íconos y una cruz que me invita a cerrar la conversación, pero yo no quiero hacerlo nunca. No te toco, mucho menos te puedo sentir; sin embargo tu carcajada al verme se me contagia y me queda flotando un buen rato más. Aplaudo, y aplaudís. Me mirás, decís mi nombre, me llamás desde lejos. Casi como si nunca se hubieran ido, las tengo acá: sentadas en el comedor diario de casa.
Qué cosa loca como la tecnología acorta grandes cantidades de kilómetros, ¿no? Ya no tengo un minuto para detenerme a pensar en aquello, simplemente las extraño. A veces la necesidad de un abrazo crece con el paso de los días, y uno no se da cuenta de lo que vale su rutina hasta que aquella vocecita que te despertaba de las siestas se sube a un avión y se va.
Puede servirme de consuelo pensar que es temporario, aún más que la tecnología no deja de avanzar, pero ¿cómo evitar describir esa sensación que me va subiendo por el pecho? O al menos intentarlo, porque es imposible. Algo crece desde la panza, va llenando cada célula de mi cuerpo y termina por arquear la comisura de mis labios sin un porqué.
Incesantes son las ganas de cruzar el mar a nado con esas fuerzas que no entiendo bien de dónde surgen. Todavía no descubrí qué órgano produce toda esa energía que me invade al verlas sonreír, o si será una cuestión del organismo funcionando en general. Tampoco mi importa. Sólo sé que camino por la calle pensando en que nunca habrá manera de explicar todo lo que el cariño puede lograr. Jamás existirá quién encuentre la definición justa para todas esas cosquillas, e impulsos, que nacen cuando alguien que querés sonríe enfrente tuyo, así sea dentro de una pantalla.  
Día a día lo vuelvo a confirmar: el amor rompe fronteras, mucho más que el skype. Y como me dijo algún otro alma que cruzó el océano y cada tanto me sonríe vía internet, nuestros corazones jamás dejarán de estar abrazados. Namasté.


Agus Terrizzano
Octubre 2012
" No es medicina, no es ciencia, pero me sabe curar."

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