Mi mirada estaba perdida y no hacía otra cosa que temblar. El viento sureño helaba mis venas al compás de una suave brisa. Sentí su calor, su brazo me rodeó sin siquiera presentación. No tenía idea alguna de quien era, pero su piel se acababa de convertir en mi vicio. Y, al mirar su dulce expresión, comprendí que me hacía felíz. Rodié su cara con mis manos, lo sentí, me descarrilé de mis pensamientos... perdiéndome en él. Hoy es cuando todavía recuerdo su aroma, su mirada en mi mente se clavó. Hoy, mi vida gira en torno a borrar esas maravillas que duran un sueño y nada más. Hoy, vivo en abstinecia de sus labios y me apego a su sudor, aquel que nos recorría al encontrarnos una tarde de verano. Hoy, intento olvidar... pero me sorprender como un amor puede ser tan letal.
By Agustina.
Made in Bariloche.
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