3.10.2011

Papá II


En esos veranos en Bariloche, papá empezó a dejarme manejar; incluso con reniegos de mamá que tembalba por el auto nuevo. Sin importar, en algunos ratitos del día, nos escapábamos siendo confidentes de nuestras charlas, de las malas maniobras y delas sonrisas que, incluso, el silencio provocaba. A mí me gustaba manejar escuchando a Nana, ese artista que papá adoraba para relajarse. Y volvíamos cantando, cada uno en su mundo pero de alguna forma abrazándonos sin tocarnos. Y yo pensaba en un futuro cuando, ya grande, le enseñara a mis hijos el arte del manejo me acordaría de esas tardes y, probablemente, me emocionaría recordando esa frase que tanto me gustaba de aquella artista que lograba nuestra más pura unión: "Turn on the sun and smile again." Y volver a vivir, volver a sonreír...

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