5.29.2011

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Mi vida suele estar alterada por curvas que no me dejan jamás estar en paz, y es ahí cuando me empiezo a quejar de que viene muy recta y aburrida la cosa que pega giros inesperados y me hace volcar. Repentinamente manejar las velas que me lleven a un lugar u otro en esta tormenta de viento se me vuelve una tarea por demás complicada pero, a diferencia de otras veces, me siento acompañada. No sé si seré la única que tiene esos momentos que siente que ya nada tiene sentido, y se replantea hasta por qué será que el cielo es de tal o cual color. Me perdí y no me pude encontrar, dejé de encontrarle un significado a todo y desié con todas mis fuerzas no tener capacidad de razonamiento para no darme más cuenta de lo que pasaba a mi alrededor; simplemente vivir. Y a veces pienso: "Por qué sentir miedo si es mejor disfrutar de la libertad de soñar?" pero un par de segundos después me encuentro replanteando que mis fuerzas para soñar se nublan en ese terror a colisionar; veo a mis ilusiones creciendo, agigantándose y tomando velocidad hacia el momento en el que ese aire que las completa no esté más, y caigan sin remedio alguno. Tengo más que claro que si me dispongo a dejar pasar mis días dudando y sufriendo por cosas que, al final, no tienen ningún sentido ni certeza no le estoy dando chances a mi alma de ser lo que realmende desearía ser pero juro no poder evitarlo. No tengo la capacidad, aún cuando todas las variables forman el más maravilloso arcoiris, de no encontrarle la parte gris que lo amargue... al fin y al cabo, los arcoiris sólo son visibles con la lluvia no? Pero con sol. Es algo sumamente contradictorio, felicidad y lágrimas en un mismo instante, confianza e inseguridad agarradas de la mano como si no hubiese otra forma de funcionar. Y me duele, y me encanta. Y camino, doy todo lo mejor de mí, busco... analizo, sonrío pero llega el momento del día en el que el cansancio me supera y me gustaría tan sólo por un rato desaparecer del mundo, ser inmune a todo.


Agus Terrizzano

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