2.04.2012

Desencuentros.

"Te atrasa el reloj" me dijo un amigo ayer, refiriéndose a mi pobre reloj pulsera - que después de unos días de playa y arena - decidió dejar de marcar la hora como es debido. Ni bien hubo terminado de pronunciar dichas palabras supe que habían sido las más acertadas en mucho tiempo porque, más allá de su sentido literal, encajaban perfectamente en esos instantes de mi vida. Así era, mi mente funcionaba aletargada y no me permitía ver las cosas en el momento que lo hubiese deseado; me atrasaba la vida.
Un año - exacto - más tarde de lo que quisiese, mi alma se daba cuenta de lo mal parada que se encontraba y de las pésimas decisiones que había tomado doce meses atrás. Hubiese otorgado hasta el pase para el más increíble paraíso por cambiar las cosas, por dejar de estar tan cerca y tan lejos a la vez.
A pocos centímetros y sin palabras, pero tan lejos y diciéndonos tanto. Tristeza e ilusión mezcladas en un mismo instante, que duró más de lo que mi rutina podría haber permitido si hubiese mirado la hora. El reloj me atrasa y, esta vez, fue a mi favor. Te pude sentir un rato más.

Agus Terrizzano.

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