5.30.2012

Escapándonos

Cruzaba La Pampa. Avanzaba sobre la ruta recortando al medio ese verde sin fin, el que se encontraba atrapado bajo una incesante niebla como nunca antes lo había visto. Parecía que manejaba a través de una inmensidad gris que amenazaba con tragarse absolutamente todo.
En sus oídos sonaba aquella vieja canción, mientras que sus labios escupían frases arítmicas con tanto estupor que sus pulmones se quedaban casi sin aire. Inmersa en aquella conmoción, dejaba librado al azar todo lo demás: su pie apretaba el acelerador sin temor, ni disimulo, de sus deseos de escapar. Dejar atrás toda esa contaminación que la comenzaba a ahogar en la gran ciudad.
Buscaba evadir esa humedad sofocante, tan típica de Buenos Aires, que te obliga a recordar que estás dentro de su rutina, y bajo las reglas de aquella gigante selva de cemento. Huía de todas esas calles que la abrazaban entre nostalgia, impotencia y fervientes deseos de cambio. Recorría kilómetros lejos de aquellas esquinas que le recordaban que él no estaba en ellas y que tampoco sabía cuándo iría a volver (si es que lo hacía).
Su canto volvía a elevarse, perdía el tono y su voz se desvanecía en un fuerte y convencido "seguro de nada sirve, mi amor".


Agus Terrizzano
Mayo 2012
Sierra de la Ventana

"Irme lejos, no volver..."

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