6.15.2012

Creciendo de golpe

Un día, esas sonrisas que en la infancia los habían unido, se encontraron ante el gran desafío de tener que mostrarse siendo grandes. La vida les tocó la espalda y los obligó a girarse hacia la adultez. Esas cuestiones del destino, esas nubes que cada tanto nos cubren y nos dan ganas de putear bien alto para que no quede duda de esa bronca que corroe, la que nos invade el alma desde el estómago hasta el paladar. Los empujó hacia ese momento que nunca quisieron vivir, ni imaginar, pero que los halló juntos como en aquellos días niños que parecían hoy tan lejanos.
El aire les pesaba y la humedad del ambiente se les pegaba al corazón. Se miraban y no entendían cómo era que las vueltas de la vida los habían llevado a estar ahí parados, mucho menos lo que se suponía que debían hacer. Dedos dibujaban nerviosos en el aire, largo suspiros resonaban entre las paredes y sus ojos perdidos se chocaban, en algún recorrido desesperado, en búsqueda de alguna explicación. Alguna que otra pierna se movía alterada, mientras dos brazos descansaban cruzados en la otra punta del habitación. El clima era extraño, era nuevo, como nunca lo habían llegado siquiera a sospechar... no entendían, no querían entender. Estaban juntos, y esta vez el ritual de tirarse en el pasto no era la razón.
Sin embargo, había algo más en aquel lugar. Algún no sé qué hacía que, más allá de toda esa tristeza que los rodeaba, algunas sonrisas se escaparan de las comisuras de sus labios. No sabían si fueran nerviosas, o quizá la inquietud de no saber para dónde arrancar ; tal vez eran algo tan simple como un regalo de la vida que no habían tenido la certeza de notar antes. Eso era lo que los tenía así: el producto de aquello que formaban al encontrarse. Nada ni nadie los podía igualar, eran únicos y eso los hacía especiales. Especiales como esos recuerdos que ahora pasaban por sus mentes, como esa cantidad de infinitos juegos de chicos que supieron compartir y que hoy los unen, teniendo que ser maduros, pero para volver a ser niños dentro de un rato. Para nunca dejar de serlos. Para sonreírse sabiendo que tienen algo que nunca les van a poder robar; esa energía única y fuerte como ninguna , la que escuché por ahí llaman amistad.



Agus Terrizzano
Junio 2012

"Sólo sé que mis amigos son todo lo que soy."

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