9.26.2013

Dicen

“Dicen que…”, así siempre empieza toda historia de esas que llegan hasta mis oídos arrastradas por el famoso boca en boca. A veces trae cosas que mejor nunca haber encontrado, pero otras tantas nos llena de pasados que son de no creer. Esta es una de ellas.

Dicen que nació en un pueblo perdido de la Provincia de Buenos Aires, cuando la radio era un medio joven y la televisión inimaginable. Dicen, también, que un día arrancó a navegar en el Salado y casi que no pudo volver (por suerte, dicen, ese buque construido con tres maderas y mucha imaginación aguantó). Pre- adolescente se vino a la ciudad. Dicen que tenía miedo, y por eso estudió un verano entero. Nada lo frenó, y ese año descubrió las calles que los acogerían de ahí en más.

Ya cercanos los veinte años se encontró con una loca que le declaró que quería tener quince (¡quince!) hijos. Y él no salió corriendo; valentía del primer nivel. Dicen que finalmente tuvieron once. En el camino hasta el último nunca dejó de escribir páginas en su vida para que ellos pudiesen contar. Dicen que fue prófugo de la justicia durante un día entero, que construyó un un Ovni que terminó sobre el mar. Que los nenes lo confunden con Papa Noel, y los más grandes con Neurus, el científico loco. Alguna vez también oí que es una enciclopedia que camina y que nunca vas a encontrar algo que no te sepa contestar.

Un chico me dijo que lo vieron mirando la Luna en la costanera de alguna ciudad balnearia. Había montado un telescopio y ahí estaba, aclarando a quien pasara que no cobraba otro precio que una sonrisa de asombro al observar. También están quienes se lo cruzaron atando con alambre un paragolpes, o enfriando con gaseosa un rulemán. Llamó grúas e hizo arrancar coches al grito de “vamos que nos vamos” mientras sus niños de distintas edades corrían el auto que no podía parar. Bah, ¡eso dicen!

Todo esto me lo comentó un campesino. Dice que aquella historia le llegó con el viento, y emocionado me confesó que un día creyó verlo: “dejaba el coche ahí estacionado, y podía estar horas capaz. Yo no sé qué hacía. Caminaba por el desierto, y después se iba.” Eso me dijo. Y yo supe que no podía ser otra persona que él. “Tenía una barba muy tupida, y usaba siempre el mismo pantalón” completó. 

A diferencia de todos aquellos que tanto dicen, yo contaba con una ventaja. Mi camino empezaba en ese majareta de muchos hijos, y de él jamás se iba a separar. Cuando alguna persona del mundo hablaba de “unos locos que son once y se suben todos al auto y van”, yo era de las que respondían “somos nosotros, ese es mi papá.”

Agus Terrizzano
Septiembre de 2013

Yo sé que existe. Sé que cada historia es verdad. Sé que me olvido de otras tantas, pero que jamás me voy a dejar de asombrar. Sé que hasta la curiosidad más insignificante es motivo para buscar. Sé que sin él mi vida no sería igual.


¡Felices 70 viejo! Sos lo más grande que hay.

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