10.16.2013

Todo, todo.

Hacía rato que se había echado a andar, pero de todos modos se sentía hundida en aquel pantano. Sí, sabía que podía moverse. Pero ¿cómo hacer hacer cuando cada paso pesaba una barbaridad? Mover cada uno de sus pies ya no era una simple contracción muscular, ahora cargaba días y noches enteras de sueños. Era como si cada vez que lo intentaba, pateara todas esas risas, llantos, abrazos, besos, incoherencias que su mente había acumulado. Todo lo que había soñado, había sido compartido. Con cada pasito que daba se iba todo, y se iba él. La casa a orillas del lago, los paseos por el bosque, las canciones, despertarse abrazados en la playa, esa melodía suya y de nadie más. Todo, todo le pesaba en los pies. Todo se había quedado en ese lugar del que pensaba nunca se podría mover. Y ahí va... Un paso, y con él sus apretones de manos. Otro paso, y ahí van las miradas que no supieron ser. Uno más, y ¡chau ilusión!



Agus Terrizzano
Octubre 2013

No hay comentarios: