4.15.2012

Catarsis.

Y me encuentro con tantas palabras queriendo salir, que se chocan en la punta de mis dedos, colapsan y se quedan ahí. Tengo tantas cosas que quisiera decir, tantos miedos y verdades que superan mi capacidad de comprensión. Me encuentro sentada, con la mirada perdida y sin saber muy bien a donde ir; mi cuerpo no se mueve, pero el tiempo pasa y yo me quedo ahí. Encuentro en mis últimas acciones un nivel elevado de impulsos, de los cuales no me arrepiento pero sí siento extrañeza. ¿Era yo la que estaba en ese cuerpo cuando eso pasó? Nunca me había dejado llevar así. Jamás dije nada de lo que sentí. Terca, orgullosa, fría y calculadora... jamases de los nunca habría dicho nada de lo que de mi boca salió. Pero fue así. Entonces, ¿ahora que pasa? Conozco bien el juego cuando de "no mostrar las cartas" se trata, pero hoy me encuentro moviendo esas fichas que siempre tuve terror de tocar. No sé como sigue, no tengo ni la más mínima idea de como avanzar. Siento mucha luz y a la vez plena oscuridad, aclaro cantidad de cosas en mi mente, pero no veo nada. No encuentro seguridad. Y entonces me siento... ¿triste? No, ni siquiera creo poder definir como tristeza lo que hoy tengo acá, atascado a la garganta y sin saber como salir. Ni bronca, ni impotencia. Tampoco felicidad. Porque para mí ser feliz implica simpleza, y lejos estoy de encontrarme con eso hoy. Ojo, mi sonrisa no se despinta y no es que no la encuentre, solamente digo que quizás no sea plena como algunos pudieran imaginar.
Miro para atrás y me desconozco, miro adelante y encuentro un laberinto. No lo entiendo. Desde chica me dio miedo perderme en uno de esos. Es grande y, voy a ser sincera, creo que nunca me hundí en uno así. Lo miro desde arriba, desde abajo y de costado también - por si las dudas, vió -. Descubro sentimientos. Observo cosas que no puedo calificar porque no vi antes nada igual. Me sonríen. Me invitan a perderme con ellas, a disfrutar, a dar todo por perderme en ese mundo donde nadie te asegura nada, donde felicidad y tristeza se abrazan de la forma más linda posible, donde estoy segura voy a sonreír más que nunca. Pero tengo miedo. Mucho miedo. Pocas veces vi un laberinto así con tanta claridad y nunca me animé a entrar. Llámenme cobarde, pero yo sé lo que es perder el corazón. Sin embargo, hoy encuentro que también aprendí a reencontrarlo; sentir todas estas cosas que dejé perdidas alguna vez.
Me siento bien. Me siento mal. Fabrico ilusión, la alimento, la cuido, la agrando y luego como por arte de magia me tiro contra el suelo. Me siento linda. Me siento fea. Siento tantas cosas que no sé como describirlas. Es más, no creo que este texto pueda ser coherente, porque dejar fluir mi cabeza para liberarme un poco es lo más lejano a la coherencia que conozco. Me vuelvo a sentir mal. Culpa. Me vuelvo a sentir bien. Entendida. Te veo cerca. Te veo lejos. No quiero hacerte mal. No quiero que me veas mal. No estoy mal, simplemente perdida. Muy perdida. Y, cuando me admito a mí misma esto, siempre llego al mismo lugar: si yo estoy perdida, lo que será tu cabeza, ¿no? Y me dan ganas de abrazarte y pedirte perdón; hacer magia, envolverte en una burbuja, alejarte de todo, liberarte de vos... o de mi; eso tampoco lo sé muy bien. Me vuelvo a sentir mal. Impotente. Ansiosa. Pero nunca triste, porque me haces bien. Sea como sea, es la única realidad que encuentro en tanto desquicio: me haces bien. No encontraba tanta certeza hacia tiempo, y hoy se me da por toparme con ella en el - quizás - momento más equivocado. Vuelvo a querer pedir perdón, pero sé muy bien que no lo pude controlar. Fue más fuerte que yo, fuimos más fuerte que yo. Y... ¿ves? Pierdo el hilo con palabras, me hundo en esa entrada del laberinto que me llama a saltar. Voy cayendo sin saber muy bien a donde. Y tengo miedo de nuevo. Dudas. Certezas. Ganas de jugar. Ganas de entrar, pero no sola. Entonces vuelvo a verme sentada, con la mirada perdida, esperando no sé muy bien a que. Ahí estoy, en la puerta de ese laberinto que alguna vez escuché - y que pavor me da siquiera escribirlo - llamaban amor.



Agus Terrizzano.
Abril 2012

"Tratándose de vos, tratándose de mi;
tratándose de noches enteras sin dormir."

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