Miro para atrás y me desconozco, miro adelante y encuentro un laberinto. No lo entiendo. Desde chica me dio miedo perderme en uno de esos. Es grande y, voy a ser sincera, creo que nunca me hundí en uno así. Lo miro desde arriba, desde abajo y de costado también - por si las dudas, vió -. Descubro sentimientos. Observo cosas que no puedo calificar porque no vi antes nada igual. Me sonríen. Me invitan a perderme con ellas, a disfrutar, a dar todo por perderme en ese mundo donde nadie te asegura nada, donde felicidad y tristeza se abrazan de la forma más linda posible, donde estoy segura voy a sonreír más que nunca. Pero tengo miedo. Mucho miedo. Pocas veces vi un laberinto así con tanta claridad y nunca me animé a entrar. Llámenme cobarde, pero yo sé lo que es perder el corazón. Sin embargo, hoy encuentro que también aprendí a reencontrarlo; sentir todas estas cosas que dejé perdidas alguna vez.
Me siento bien. Me siento mal. Fabrico ilusión, la alimento, la cuido, la agrando y luego como por arte de magia me tiro contra el suelo. Me siento linda. Me siento fea. Siento tantas cosas que no sé como describirlas. Es más, no creo que este texto pueda ser coherente, porque dejar fluir mi cabeza para liberarme un poco es lo más lejano a la coherencia que conozco. Me vuelvo a sentir mal. Culpa. Me vuelvo a sentir bien. Entendida. Te veo cerca. Te veo lejos. No quiero hacerte mal. No quiero que me veas mal. No estoy mal, simplemente perdida. Muy perdida. Y, cuando me admito a mí misma esto, siempre llego al mismo lugar: si yo estoy perdida, lo que será tu cabeza, ¿no? Y me dan ganas de abrazarte y pedirte perdón; hacer magia, envolverte en una burbuja, alejarte de todo, liberarte de vos... o de mi; eso tampoco lo sé muy bien. Me vuelvo a sentir mal. Impotente. Ansiosa. Pero nunca triste, porque me haces bien. Sea como sea, es la única realidad que encuentro en tanto desquicio: me haces bien. No encontraba tanta certeza hacia tiempo, y hoy se me da por toparme con ella en el - quizás - momento más equivocado. Vuelvo a querer pedir perdón, pero sé muy bien que no lo pude controlar. Fue más fuerte que yo, fuimos más fuerte que yo. Y... ¿ves? Pierdo el hilo con palabras, me hundo en esa entrada del laberinto que me llama a saltar. Voy cayendo sin saber muy bien a donde. Y tengo miedo de nuevo. Dudas. Certezas. Ganas de jugar. Ganas de entrar, pero no sola. Entonces vuelvo a verme sentada, con la mirada perdida, esperando no sé muy bien a que. Ahí estoy, en la puerta de ese laberinto que alguna vez escuché - y que pavor me da siquiera escribirlo - llamaban amor.
Agus Terrizzano.
Abril 2012
"Tratándose de vos, tratándose de mi;
tratándose de noches enteras sin dormir."
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