9.16.2012

Trece

Y de repente nos damos cuenta que estamos grandes, que el tiempo pasó y cada uno fue tomando sus caminos. Algunos con un destino más cercano, otros cruzando el charco. Pero sin embargo es tremendamente increíble como nunca dejo de sentirlos cerca. Y no me refiero a la - gloriosa - tecnología, es algo que va mucho más allá. Un hilo que nos une, que entrecruza cada uno de nuestros cuerpos y no nos deja nunca estar separados, por más kilómetros que haya en el medio. Y qué bien se siente. Y qué lindo sentirme así de protegida. Y qué magnífico que así sea mi familia. Esa sensación de sentirme abrazada a cada momento. Sonreír leyendo un mail que dice una frase tan simple como "vas a ser tía otra vez", escrito ya a sabiendas de que "radio Bertres" me debe haber dado la noticia. Y a uno le empieza a latir fuerte el corazón. Y otro mail que dice "llegamos bien", y es seguido por un ola de respuestas con alegría, cariño y un poco de extrañazo. El mundo tan chico, haciéndose chiquito; un par de palabras que hacen que recorramos juntos. Todos tan parecidos, y distintos a la vez. Díganme exagerada, llámenme cursi, pero eso que te recorre el cuerpo cuando nos encontramos es algo que no se puede explicar. Las miradas, las sonrisas, los chistes, la complicidad.  Eso que te llena de alegría y orgullo. Lo que querés que vea todo el mundo, pero sabés que casi nadie entendería. Eso son ellos para mí. Eso somos nosotros trece. ¡Qué felicidad!

Reflexiones de un domingo en familia cualquiera.
Mi felicidad, ellos.

Agus Terrizzano 
Septiembre 2012

No hay comentarios: