11.11.2012

Divagues de domingo

¿Por qué nos horrorizamos con algunos de nuestros pensamientos? Me pasa seguido, hasta que me acuerdo que mis divagues son sólo míos y de nadie más... al menos hasta que decida transformarlos en voz, y cambio. Los pensamientos son la cosa más pura y propia que una persona pueda tener, y qué sería de la vida sin ellos, ¿no?
El miedo radica en haber llegado al punto de encontrarnos pensando eso, porque esa pureza es la mayor sinceridad de nuestro alma, de lo que sentimos, de la profundidad de lo que queremos.

Me encontré pensando en él, y aunque hacía muchísimo tiempo desde que nuestros ríos corrían en paralelo, estaba sonriendo. Aquella pureza de mis sentimientos me recordaba que le tenía un cariño inmenso, en algún punto dejar de querer es imposible. Había sido el eje de mi vida mucho tiempo, allá por esas épocas de pollera y chomba celeste. Qué lejos se lo ve ahora

El cortocircuito tomó rumbo para otro lado, y mi actualidad cayó frente a mis ojos. La imaginación tomó por asalto mi divague y el futuro empezó a circular en él. Me horroricé con algunas ideas que, racionalmente, no deberían ni cruzarse por estos pagos. ¿Qué era lo que me molestaba? ¿Qué miedo puede darme rebuscar algunas situaciones en mi mente? Si sé que nunca van a pasar...

Ahí está como quien no lo quiere ver: el miedo es a vernos al espejo, vernos tan puros y enteros como nunca antes. La verdad está ahí, en escucharnos... el paso en hacer, en sacar. El miedo es saber que se nos fue de las manos. Lo que nos pincha es saber que algunas cosas empiezan a ser conscientes. Y que en cada acto fallido estás vos mismo, y nadie más.


Agus Terrizzano
Noviembre 2012

No hay comentarios: